Ahí estaba en frente al establecimiento, no sabía si entrar o permanecer donde se encontraba, tenía que entrar, allí se encontraba su destino y el destino de su misión aceptada hace tiempo ya por medio de la web. Al acercarse a la entrada se encontró con un minotauro que le pidió demostrar su valentía y su experiencia, ella sacó de su bolsa el pergamino plástico que probaba el cumplimiento de los requisitos y conocía los riesgos, con un gesto que no era ni amable ni rudo, el minotauro le indicó que podía proseguir. Al cruzar el frío umbral lo primero que detectó fueron gigantescas columnas de humo que se elevaban en el horizonte, como advirtiendole del peligro que correría si no empezaba a retroceder, pero ella no quiso retroceder, o más bien no sabía como hacerlo, nunca se lo habían enseñado. Sus pasos resonaban en el local y hacían eco en las botellas, las mesas y los seres que pululaban el lugar, sabía que el recorrido sería largo y penoso pero su fuerza de voluntad y su ignorancia la ayudaban a salvar obstáculos que de otra manera no podría sobrepasar; por todo el lugar estaban esparcidos los cuerpos, corruptos y deformes por las incesantes fumarolas que emanaban, todos le miraban con sus caras y botellas vacías, sin expresión y sin intención alguna, como si no estuviera allí. De pronto miró hacia el frente y lo vio sentado en una esquina besando una botella y supo que él no bromeaba cuando la contactó, pero esta visión sólo duró un momento ya que casi instantáneamente una masa deforme de cuerpos se interpusieron entre ellos; con valentía e ignorancia ella le ladró a los monstruos que se quitaran pero estos permanecieron ajenos a su entorno, sin miedo y sin posible manera de ser heridos, se reían, conversaban e interacuaban entre si, apartados en su burbuja del mundo real, de la miseria y corrupción que abundaba en el lugar; nuestra heroína entonces usando su ingenio y la carta del deux ex machina se apropió de una fumarola y la apuntó hacia la multitud mientras avanzaba hacia esta, la fumarola era respetada por las sombras que la observaban con recelo y misticismo mientras se apartaban de ella, era su Dios y ella no lo sabía, pero tenía algo en claro, y era que no podría salir de allí de la misma manera, incluso las criaturas más sencillas no caen dos veces con el mismo truco. Cerca del final de la multitud el humo era insoportable, el dios no quería ser utilizado de esa manera y estaba empezando a asfixiarla, ella viendo que no podía seguir así lo arrojó con todas sus fuerzas hacia el cielo, lo que provocó que la multitud se dispersara por un instante, inmediatamente corrió hacia su destino, ignorando las paredes que se cerraban conforme alcanzaba su objetivo, en un salto final legó al otro lado, y apenas se hubo levantado cuando escuchó cómo la multitud volvía a ser una sola pared, un solo ser.
—¿Qué? ¿nos vamos? dijo ella apenas llegó a su lado
—Si si, mae... gracias por venir a recogerme, para serle sincero estoy muy mal
— ya ya, para eso estamos los compas, no agüebe
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